sábado, 30 de julio de 2011

SALIDA Y LLEGADA

DÍA 29 DE JULIO

1ª Parte: Chinotronco se acerca al hiperespacio.

Son las siete de la mañana, salimos de Salamanca en autobús y llegamos a la T1 de Barajas del tirón, sin pestañear.


Primer problema: La maleta de Malena pesa como 34 kilos –cuando tienes que levantarla es como una maldición gitana- y el máximo permitido es 30. Vemos que van pesando una por una las maletas de la gente que va delante. Mal rollo. Nos hacemos los suecos y cuando llega nuestro turno ponemos juntas la maleta de Malena y la de Pilar. 59 kilos, toma ya. No nos dicen nada. Sumamos la de Chus: 87 kilos y luego mi mochila: 114 kilos de equipaje (de 120 permitidos), no está mal. Cuadernos, libros, bolis, ropa… Santa Claus is in da house.
Respiramos aliviados –en todos los sentidos- cuando las maletas desaparecen por la cinta. Embarcamos algo antes de las once y media en un avión pequeñín. Tengo un poco como de electricidad recorriéndome el cuerpo. Me gusta.

Nos toca al lado de la puerta del baño, así que todo el pasaje viene a visitarnos a lo largo del trayecto. A mi lado se sientan dos chinos, uno rollizo y uno flaco y al cabo de un minuto el rollizo está dormido como si le hubieran pegado un tiro. Resumiendo, a las once y media chinotronco está dormido, a las doce y media el avión despega y chinotronco sigue dormido. Vale, pues a la una y media, pasa la hora de la comida y chinotronco duerme y duerme. Espero que no esté muerto. A eso de las dos y pico chinotronco confirma que sigue vivo: abre un ojo, pide una coca cola –será por la cafeína- y se vuelve a quedar dormido. A las tres y media chinotronco sigue durmiendo plácidamente. A eso se le llama no dar nada de guerra. A las cuatro –hora española- chinotronco se despierta y disfruta de la última hora de vuelo de charla con su compañero (que solo se pasó dormido la mitad del viaje). El tío no se da cuenta de que ha estado a punto de cumplir la fantasía de cualquier físico: el hiperespacio. Estoy en Madrid, cierro los ojos, abro los ojos, estoy en Moscú. Rozando el milagro.


 
2ª parte: Hay que joderse.

El caso es que el procedimiento para coger el enlace se convierte en un coñazo. En el control de pasaporte hay un militar ruso con cara de mala leche –y con mala leche- que nos va haciendo pasar uno por uno y nos hace perder un huevo de tiempo. A mí me mete un grito para decirme que me coloque en mi sitio –detrás de la línea-. Señor, sí, señor. La cosa es que llegamos justitos, justitos al avión, que ya estaba esperando por nosotros.

Es un avión grande de esos que tienen una pantalla en el asiento de delante y un mando para navegar por menús y poder elegir pelis, música o juegos, así que entre el zumo de naranja, la cena, la peli y tal, ni nos enteramos del viaje hasta que nos dicen que vamos a aterrizar y nos damos cuenta de que se ha hecho de noche. Fulminante.

Aterrizamos con media hora de antelación (noticia buena) y el avión se está 40 minutos dando vueltas por la pista para compensar (noticia mala). Cuando dicen por los altavoces que todo el mundo se quede sentado en su sitio, entonces la gente se levanta, coge las mochilas y las azafatas –con un buen rebote- tienen que ir uno por uno diciéndoles que no pueden estar de pie. El pastor y las ovejas.

Una vez en Delhi, a eso de las tres y media de la madrugada, vamos al control de pasaportes. El señor me echa la bronca cuando le doy la hojita. Esto está mal, esto también, esto no se puede quedar en blanco. Mal, muy mal. ¿Hotel Santoro? No centauro. Joder. El caso es que se cabrea conmigo, me pone cara de perro y me deja para el final de los cuatro. Vale, pasamos a recoger el equipaje. Esperamos y esperamos y un anuncio dice que la entrega ya está finalizada y nuestras cosas no están (noticia mala). Lo que yo te diga. Así que nuestros maravillosos 114 kilos están extraviados en el limbo de las maletas perdidas. Un año más llego a la India ligero de equipaje. Esto empieza a ser un hábito. Un puñado de gente ¿20, 30, 40 personas? que estamos sin maletas a estas horas de la madrugada. Hay que joderse, de verdad. A eso de las cinco y media o así ya hemos acabado de rellenar, entregar y corregir papeles y salimos afuera. Eso sí, tenemos reservado hotel y han venido a buscarnos (noticia buena).

El viaje en coche mola pero Pilar amaga con vomitar y a Malena se le caen las lágrimas al ver la miseria por las calles. Además, estamos sin maletas (sin bolsas de aseo, por ejemplo) y no sé cuántas horas llevamos sin dormir porque he perdido la cuenta. No está mal para empezar.

jueves, 28 de julio de 2011

Día menos uno -Mikel-

Por fin. Ya llegó la hora de empaquetar y calentar neumáticos. Preparar mochila y alma, como dice mi amiga Maira desde Italia. Bueno, pueden ver que me ha salido barba de tanto esperar. Ag.


Hemos conseguido más de 4.000 euros en donaciones -un millón de gracias a todos los que habéis echado una mano- y una montonera de kilos de material (camisetas, cepillos de dientes, cuadernos, libros en inglés, lápices, pinturas, bolígrafos...). Más la montonera que no hemos podido cargar y se queda aquí hasta el próximo viaje. Más los kilos de ganas e ilusión. Tela marinera.

Atrás quedaron los trámites administrativos, las vacunas, la planificación y los problemas de salud. Ha llegado el momento de ir a por ello. De momento, ya tenemos hotel en Delhi -gentileza de Maite- y estamos preparados para la aventura. Sobradamente preparados, diría.

Seguiremos informando.