Me
despierto a eso de las cinco y media de la mañana (las dos en España). Y,
claro, no me entra en la cabeza, no lo entiendo. Afortunadamente, después de
unas cuantas vueltas consigo dormirme de nuevo. Suena el despertador a las ocho
y media. Lo apago entre dormido y despierto. Y sigo entre dormido y despierto
hasta las nueve menos diez. Entonces me doy cuenta de que hemos quedado a las
nueve para desayunar. Y a correr. Salgo medio dormido. Me encuentro a Moni y
Mai por el camino. También medio dormidas. Cuando me desperté el agotamiento
aún seguía allí (¿o era un dinosaurio?).
Desayunamos
en el Blue como en los viejos tiempos (en mi caso, exactamente como en los
viejos tiempos: café, zumo de lima, nutella pancake y sandwich de
tomate, ajo y queso). En el Raj les reservamos un viajecito a Oscar,
Isa y Pilar y compramos unas tarjetas de teléfono (mañana nos traerán un
par de pinchos para tener internet en el ordenador). Sudder sigue
desierto. Hmm.
Cogemos
un par de taxis en Chowringee road (porque como es domingo no hay metro por la
mañana) y nos vamos al cole. Y Moni nerviosísima, pura emoción, subiéndose por
las paredes de sí misma y al mismo tiempo haciéndose la dura (que nadie
sepa que siento lo que siento...). Moni en estado puro, vamos.
Disfrutamos
viendo a Noelia darse su primer viaje en rickshaw.
Y
llegan las sonrisas, las risas, los abrazos, los primeros baños de multitudes.
El médico team no pierde mucho el tiempo y no tardan
en meterse en la enfermería a resolver cosas. Nosotros (las emes)
hablamos con Mau, la manager para ir organizando grupos.
A
las dos nos dan de comer. Mismo rincón, misma comida. Welcome home. Porque
realmente nos sentimos como en casa. Y hacemos una pequeña visita a la casa de
las nenas pequeñas. Y nos pasamos el día explicando quién viene y quién no este
año. En cuanto dices que tal persona este año no viene, inmediatamente los
niños te miran muy serios y preguntan por qué. Los niños aún siguen preguntando
por Chus y a veces no sabes muy bien qué contarles.
Dejamos
trabajando a los doctors y las tres emes nos volvemos a Calcuta. Empapados.
Muertos de calor. Con la sonrisa en la cara. En el metro el aire
acondicionado está a toda castaña, así que cruzamos los dedos para no
ponermos enfermísimos. Nos cambiamos de habitación en el hotel: yo dejo la
habitación del primer piso y me subo al cuarto (la habitación 17, que ha
quedado libre, es más pequeña pero con mejor luz y más nueva y
limpia) y Moni & Mai dejan su habitación (15) del cuarto para bajarse a la
habitación del primero en la que yo estaba (la 8).
Nos
vamos a hablar un rato con Pinku (y sus proyectos), nos regala unos pañuelos
–muy útiles para el aire acondicionado del metro- y acabamos cenando algo en el
Jojos con los doctores.
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