A
las siete y media estamos las tres emes en el Blue. Moni no desayuna nada, pero
está bien (sí, claro). El caso es que anoche estuvo vomitando y dice que mejor
se queda en el hotel para acabar de descansar. Se hace el trayecto de Sudder al
hotel vomitando por la calle. Mai y yo somos los supervivientes. No sabemos nada de los médicos.
Nos
vamos con Manosi (la enfermera superfichaje) al hospi. Los niños son una
ricura, sobre todo mi Rupa, una de las niñas nuevas.
Vamos en ambulancia, el médico es muy amable, da gusto, acabamos pronto y nos volvemos también en ambulancia (¡¡¡¡). Diluvio universal ahí fuera. Con truenos gigantes sobre nuestras cabezas incluidos.
Vamos en ambulancia, el médico es muy amable, da gusto, acabamos pronto y nos volvemos también en ambulancia (¡¡¡¡). Diluvio universal ahí fuera. Con truenos gigantes sobre nuestras cabezas incluidos.
Nos
llega mensaje de los médicos. No van a venir. Hacemos un poco de tiempo,
jugamos con los niños, comemos pronto y nos volvemos a ver qué se cuece. Sigue
diluviando. Estamos como sopas. Maite se hace unas fotos para comprarse un
móvil nuevo (sí, te piden foto). Vemos cómo está el patio en el hotel. Moni
bien, hacemos de padres para que deje de hacerse la remolona y se beba el
suero. Luego cenará algo. Ana y Noe, mejor. Mich, diarréico pero bastante
entero. Vicky… hm, con fiebre. La única que aguanta del grupo médico es Conch,
que se ha quedado cuidando de todos.
Mai
y yo nos vamos a Vodafone. Valiente mierda. Hay una cola de muerte. En teoría
tenemos 30 delante. Nos sentamos. Estamos agotados, se nos cae la cabeza. Y pasa
una hora y no pasa nada. Mai decide sobre la marcha que no se va a comprar el
teléfono, así que ya no necesita las fotos que se hizo. Ja.
Nos
llaman. Estamos 10 o 15 minutos rellenando papeles. Pasaporte, justificante de
residencia en el país… y yo qué sé. Finalmente me dan la tarjeta. Pero hay que
activarla al día siguiente. Ag. Santa paciencia.
Volvemos
al hotel, muertos de cansancio y de calor. Tengo la camiseta tan sudada que
parece una broma. Son como las seis. En teoría me voy a poner a escribir. En la
vida real, entro en el baño, hago pis, meto la ropa en un cubo, digo “voy a
lavar la ropa antes de ponerme a escribir”, me siento en la cama y –con la luz
del baño aún encendida- caigo desmayado y duermo como si fuera el último sueño
de mi vida.
Me
despierto igual de cansado que me desmayé. Los mosquitos me han acribillado.
Lavo la ropa. Me ducho. Llegan Mai y Moni –que ya está en forma- y nos vamos a
comprar en la calle algo que comer. Dos tortillas francesas para ellas. Unos
noodles y un zumo de lima para mí.
Y
volvemos, arrastrando los pies. Y me pongo a escribir. Y son ya las once de la
noche y me voy a dormir. A ver si mañana consigo activar la p… tarjeta y poner
en funcionamiento el Internet para colgar todo esto.
Que
descansen. (Yo, fijo).
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