Los
médicos madrugan y se van prontito al cole. Sus agendas echan humo. Realmente
han venido a currar de sol a sol. Ole sus huevos.
Nosotros
(M&M&M) nos vamos a desayunar a las nueve. Aún nos dura el cansancio.
Moni dice que si se vuelve a acostar se pega otro sueño, pero de los buenos,
vamos. Uf. que la fuerza nos acompañe, nunca mejor dicho.
Después
de desayunar en el Blue nos volvemos a pasar por Raj's, a por los pinchos.
Maite no consigue que el suyo funcione. Yo me cojo el mío y cruzo los dedos
para que rule cuando llegue al hotel. Hemos perdido media mañana. Nos vamos a
los alrededores de uno de los hospitales para comprar una balanza de esas
retro, con las pesitas que se deslizan de un lado a otro y con el medidor de
altura. Cogemos un taxi. Damos mil vueltas. Estamos muertos de calor. Nos van
mandando de un lado a otro. Nos mandan a una tienda que no encontramos.
Volvemos a Park Street y entonces encontramos una de las tiendas que alguien
nos indicó. Bueno, que después de pasar media mañana de un lado a otro,
llegamos a la conclusión de que esas cosas ya no existen, así que compramos una
balanza de esas de toda la vida, con aguja y dejamos encargado un medidor de
altura (tardará como cinco días, así que no nos lo podremos llevar a nuestro
viaje a Sunderbans). Y todo esto con la fascitis plantar de Mai (samurai).
Antes de volver al cole, dejamos encargada leche en polvo (como 20
paquetes) para uno de los niños de Sunderbans. Se supone que la recogemos
al día siguiente. Se supone.
En
el cole, comemos, jugamos, reimos, hacemos fotos... muy relajados. Los médicos
siguen currando a saco. Nos volvemos a reunir con Mau, para dejar ya cerradas
las listas de grupos. Antes de volver al metro, pasamos por la casa de los
niños mayores (y los vemos tan mayores...), que esta medio en obras, han
construido un piso más y han rehecho techos y suelos. Todo esto crece –no
solo los niños- crece y crece delante de nuestras narices. Es emocionante. Por
cierto, parece que también nos tocará ir a pintar por las mañanas.
Mañana
acaba el Ramadán, así que será como un día de fiesta (aunque los musulmanes no
sean ni mucho menos mayoría en el país). Veremos qué podemos hacer y qué
no... Hay bastantes niños musulmanes que vuelven con sus familias para la
celebración.
La
sensación de agotamiento sigue persiguiéndonos (esas caras en el metro...). Me
vuelvo al hotel y después de una hora, no consigo que el pincho-internet de los
huevos se ponga a funcionar. Mierda gorda. Previsible, eso sí, estamos en
India, finalmente.
Nos
compramos esas cositas que tanto nos gustan (pakoras, noodles, egg rolls...) y
nos vamos a cenar a la terraza. ¿A que apetece? Pues sí, para qué nos vamos a
engañar. Justo cuando hemos terminado de comer, se pone a llover, así que
salimos por patas, nos deseamos buen descanso -que falta nos va a hacer- y cada
uno a su habitación...
Mañana,
a las siete y media desayunamos. Tocará visita a algún hospital...
Después
de ducha-colada (lavo la ropa con agua caliente, me ducho con agua fría), es
hora de sentarme a escribir.
Por
mami and papi.
Y
por Karmela.
Y
mami and papi de Mónica.
Y
Mercedes.
Y
la gente del coro.
Y
los nostálgicos.
Y
Maira.
Y
Oly.
Y
Malena.
Y
quien me lea...
(Segundo
día. 0 personas enfermas. Así me gusta)
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