lunes, 12 de agosto de 2013

2. VIERNES.


La manzanita mordida suena a las siete menos cuarto. Me siguen faltando horas de sueño. La diarrea ya es historia, por cierto.

Hoy hacemos tres grupos: los hermanos se van al hospital Apollo para consultar la posibilidad de intervención de Soumitro, un niño con un problema de mandíbula muy serio (ya apenas puede abrir la boca ni tragar). Necesita una compleja operación de reconstrucción. También tienen que consultar la posibilidad de un transplante de médula para un niño con talasemia. Mientras tanto, Javier y Ana irán al hospital Birla a hacer pruebas de cardio con Supriya y la otra niña. Maite y yo iremos al cole para ultimar con la manager todos los detalles de las actividades de las próximas dos semanas.

Desayunamos en el Blue Sky, como en los viejos tiempos. Sandwich de tomate, queso y ajo, café, nutella toast, zumo de lima. Ya tienen wifi. Esto va avanzando. Tenemos bastante buena cara, eso de volver a dormir en una cama con colchón –aunque sea fino- nos ha devuelto la vida. Nos vamos cada uno a nuestra tarea.

Maite y yo nos hacemos ese trayecto que nos sabemos de memoria: paseo hasta la boca de metro (Park Street), trayecto hasta Uttan Kumar. Rickshaw hasta Kobardanga. Paseo hasta el cole. No necesitamos muchas palabras Maite y yo, con una mirada basta.

El encuentro con la manager es sorprendentemente fluido y ágil. Es una chica bien preparada –y amueblada-, eficaz, tiene las ideas claras, habla un inglés muy fino y maneja el ordenador sin problema. Abrimos el documento. Repasamos los grupos, quitamos y ponemos chicos aquí y allá. Revisamos las vacunas. Ajustamos los horarios. Rehacemos cositas y le damos –click- a guardar.

Tenemos un gran archivador metálico instalado en la enfermería. Gran noticia. Ahora tenemos que comprar carpetas –colgantes- para ir clasificando la tonelada de documentación que anda pululando por ahí. Ya veremos cómo hacemos con las radiografías porque seguro que no caben en los cajones.

Nos ponen la comida, así que en lugar de ir a comer a Calcuta, nos quedamos en el cole.

El Brother no está. Estamos un rato mareando la perdiz y cuando ya nos disponemos a volvernos aparece en una de las furgos. Más tarde aparecen Ana y Javi. Están contentos, parece que todo ha ido muy bien en el Birla. Les acompañamos al comedor para que nos cuenten mientras comen. A Supriya la ingresarán el domingo para practicarle un cateterismo el lunes. El resultado decidirá si hay operación o no.

Al terminar, llamamos al padre de Supriya para explicarle el problema, el tratamiento y cómo lo vamos a hacer. El Brother hace de traductor y Ana va haciendo dibujos en un cuaderno para hacer la explicación más sencilla. El hombrito sigue la cosa como puede, asiente y, al final de la explicación, nos pregunta si con la operación del corazón a la niña se le curará el síndrome de Down.

Volvemos a Calcuta. Nos vemos con Dani y Concha en Raj’s mientras tomamos un café (con cinnamon roll en mi caso). Están contentos, la mañana también ha sido productiva para ellos. El especialista de máxilofacial quiere ver a Soumitro y nos dirá si puede hacer la cirugía. En cuanto al transplante de médula, va a ser tremendamente caro. Si podemos encontrar un donante compatible –en la familia, por ejemplo- costará alrededor de los 25.000 euros, pero si la médula tiene que venir desde Alemania, la cosa se dispara hasta los 80.000. Mucha tela.

Nos damos una vuelta por Park Street en busca de las carpetas colgantes para el archivador de la enfermería. Ni rastro. Vamos hasta New Market, chez Pinku, que nos lleva a un puesto especializado. Ni rastro. Ya el hecho de explicarlo fue toda una odisea (al final hubo que hacer un dibujo para que se enteraran). Aprovechamos el viaje para encargar 300 estuches pequeñitos de plástico transparente para que los niños metan los cepillos de dientes porque ahora los meten todos juntos en unos botes y la cosa no es muy higiénica que digamos. 15 rupias cada uno (unos 20 céntimos).

Pasamos de nuevo por Park Street para comprar unos egg rolls, regresamos al hotel y nos los comemos en nuestra fantástica terraza.

Acabamos la jornada con cuboducha y colada.

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