miércoles, 14 de agosto de 2013

LUCHAR CONTRA LOS ELEMENTOS


Trabajar en Calcuta es una lucha titánica. Mayor cuanto más organizado y planificado es el trabajo. La Armada Invencible hecha trizas en Trafalgar, vamos.

Un día hace un calor terrible que no te deja ni respirar ni pensar; al día siguiente diluvio universal. Un día llegas al cole y los niños que te vas a llevar al médico no están preparados, están en clase, media hora de espera hasta que los llaman los recogen; al día siguiente llegas y resulta que ya se los han llevado al hospital y te toca salir corriendo detrás en un taxi a ver si los encuentras. Un día te duele la cabeza, al día siguiente se te infectan las picaduras de mosquitos de las piernas (como a Alba y Paula) y al otro tienes diarrea. Cuando más necesitas la energía estás agotado. No te funciona el teléfono cuando lo necesitas y cuando te funciona la otra persona lo tiene apagado.

Acabamos tarde los talleres, hacemos tarde la reunión y empezamos tardísimo las actividades de la tarde. Cuando el voluntario está listo para empezar, los niños no aparecen; cuando los niños están listos para empezar, el voluntario está haciendo otra cosa en otro lugar. Vas a comprar algo y está la tienda cerrada y cuando por fin abren no lo tienen y cuando lo tienen hay que esperar una hora porque tienen que ir a buscarlo a no sé dónde.

Te pones a jugar al baloncesto y llueve. Organizas un torneo con equipos de otros colegios y llueve –y se tiene que cancelar-. Vas andando al cole y a mitad de camino llueve. Y cuando llueve los taxis desaparecen y es prácticamente imposible encontrar uno y cuando encuentras uno es prácticamente imposible que esté libre y cuando está libre el tío te pide lo que le da la gana –sabe que tiene la sartén por el mango- y es totalmente imposible no tener ganas de partirle la cara. De hecho, hay dos cosas especialmente difíciles de soportar en Kolkata: el ruido y las ganas de pegar a los taxistas.

Las cosas simplemente funcionan así todos los días. Necesitas una resistencia a la frustración a prueba de bombas. A veces la India es como unos de esos trastos viejos y oxidados que solo se pone en marcha si le das una patada. Y si todo esto consigue minar tu moral y desesperarte, es mejor que busques otro perfil de destino vacacional. Preferiblemente en el Mediterráneo.

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