miércoles, 14 de agosto de 2013

SUPRIYA


Ya os he hablado de ella. Nuestra pequeña de Sunderbans con síndrome de Down con un problema de corazón bastante grave.

Los ánimos el lunes estuvieron muy sombríos, sobre todo para Ana y Javier, que son quienes han llevado el caso en el Birla Hospital. El cardiólogo nos fue dando largas y aprovechó para mantener a la niña todo el día sedada en la UCI –cuando después de un cateterismo te dan el alta y ya está- y para pedir alguna prueba más con el único fin de hacer caja. Es muy probable, incluso, que el tipo supiera desde el primer momento no la iba a operar y montara el despliegue de medios y las falsas esperanzas para aprovecharse del sufrimiento de una familia. Supongo que es lo que sucede cuando la sanidad deja de ser un derecho y un servicio para convertirse en un negocio controlado por un puñado de hijos de puta (lo podríamos llamar “doctrina Aguirre”).

El caso es que finalmente, el martes se nos comunicó que las pruebas no eran satisfactorias y que no se va a poder operar. Y es cierto, porque con los informes en la mano no hemos encontrado un solo cardiólogo español dispuesto a afrontar esa operación, al menos hipotéticamente. Así que ha sido una lucha larga –con el gasto de dinero, tiempo e ilusión correspondiente- que no ha servido para nada, aunque creo que nos hace sentirnos orgullosos porque no hemos parado hasta que nos han dicho no en todas partes.

Lo peor de todo, claro, ha sido decirle a la familia que no se puede hacer más y hacerles comprender la situación de manera realista.

Sin embargo, alrededor del caso Supriya se ha generado una interesante reflexión y un apasionante dilema: ¿cuál es la cantidad de recursos (sabiendo que en nuestra pequeña organización son muy limitados) que es “ético” dedicar al tratamiento de una sola persona?, ¿y si esa persona tiene síndrome de Down cuenta igual?, ¿con qué criterios se fija la prioridad de las necesidades?, ¿en cuestiones humanitarias se puede pensar en términos de rentabilidad?

En todo caso, les puedo asegurar que se trata de un dilema muy distinto cuando se hace en frío, de manera racional y cuando se plantea con la niña en los brazos y la familia delante.

Les invito a que se hagan todas estas interesantes preguntas ustedes mismos, en sus casas.

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