Party está en crisis. Lleva mala, con bastante diarrea, desde
el lunes. Ayer por la noche tuvo que volver al hotel a toda velocidad porque se
puso a vomitar y le subió bastante la fiebre. Afortunadamente, con un poco de
atención médica on-line se están enderezando las cosas. Esta mañana, que aún
tenía fiebre, ha empezado a tomar antibiótico y entre eso y el paracetamol parece
que la cosa empieza a estar bajo control. Se ha pasado el día en la cama
recuperando… Espero poder decir mañana que ya pasó y que todo sigue adelante.
Yo, a pesar del calor sofocante, llevo un nivel de energía
bastante alto. Para mi sorpresa. Veremos.
Bueno, a la cosa. Hoy es viernes. Algunos llegan ya al finde
con lo puesto. Como tenemos que hacer gestiones fuera del cole, Vic y yo hemos
quedado a las nueve para desayunar con Mai, Lau, Fátima y Lidia. Bea se queda
con su sister, por si acaso, y nos va actualizando información continuamente.
Desayunamos en Raj, muy relajados. Mientras Maite, Laura y
Fátima se quedan haciendo compras para mercadillos, Lidia, Víctor y yo nos
vamos a Nicco Park, una especie de parque de atracciones. Tenemos que reservar
tickets para 42 niños: 22 niñas pequeñas al parque de atracciones y 20 niños
mayores al parque acuático (ambos están juntos y comparten entrada). El sitio
está como a una hora de distancia de Sudder. Negociamos el precio con el taxi,
negociamos los tickets con el manager del parque (el 50 % de descuento a grupos
escolares), negociamos las comidas con el encargado de uno de los puestos,
negociamos las botellas con uno de los puestos de fuera, que cuestan como la
mitad, y luego, encontramos otro taxi y negociamos un buen precio de vuelta al
cole, que es una señora paliza.
Y todo sale tan bien y tan fácil a la primera que me parece
extrañísimo. La falta de costumbre. Es como si no estuviéramos en India, vamos.
Raro, raro, raro… Tan raro me parece que me quedo como mosqueado.
Y sigue haciendo calor. Un calor mortal, de sauna. Y también
me parece extraño llevar seis días consecutivos sin parar de sudar de sol a sol
–y un poco más- y sentirme bien, cansado, claro, pero dentro de unos límites
razonables.
Llegamos al cole. Descanso. Hora de comer –hoy nos han
puesto una pasta tricolor con verduras-. Los grupos de dentista y oculista
también llegan sin novedad. Vuelvo a descansar. La experiencia me dice que en
India siempre hay que ahorrar energía.
Hoy en el taller, aunque toca el mural colectivo, hacemos el
libro viajero, es nuestro turno, asi que seguimos contando la historia del niño
cuya alma estaba conectada a la de su cometa y hacemos la ilustración
correspondiente. Acabamos el trabajo con el tiempo perfecto. No nos sobra ni un
minuto.
Y nos reunimos. Y todo fluye. Y me sigo preguntando cómo es
posible que hoy todo sea sencillo. Sin una sola calcutada.
Nos volvemos a casa. A “casa”. A lo largo del viaje me
siento tranquilo, me siento muy muy vivo. Buenas sensaciones. El grupo sigue
empastando. Hay sonrisas, hay confianza. Inés está un poco rota, pero ella
siempre sonríe, no lo puede evitar.
Paso un rato a ver a Party. Parece que lo peor pasó, tiene
buena cara y muchas ganas de empezar a disfrutar de verdad de todo esto.
Y voilà. Otro día que pasó sin gran cosa que reseñar.
En fin, que uno está tan acostumbrado a las desgracias, a
las situaciones surrealistas, al caos y al despiporre, que parece que lo raro
es que todo salga normal. Pero nos lo merecemos, vamos. Aunque sea solo un día…
Claro que os lo merecéis!
ResponderEliminarBesos a Party!
Estoy deseando leer la crónica del parque de atracciones con las niñas!
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