Me despierto un poco antes de
que suene el despertador. Otro día que no he dormido lo suficiente. No está
bien empezar el día con sueño, pero es lo que hay.
El calor ya es insoportable a
las siete y media de la mañana. Repito desayuno en el loft (Au Bon Pain). Pilar
e Inés (mi equipo oftalmólogo) también. Y Carmen y Conchi. Otra cosita es. El
cinnamon roll te cambia bastante la cara. En el metro, a las ocho, nos
encontramos con el grupo dentista: David, Óscar y Silvia. A las nueve estamos
en el cole. Los dentistas cogen a sus diez niños. Los del grupo ojos cogemos a…
uno. Jaja. Tres voluntarios y un niño (bueno, también vamos a recoger gafas).
Como Inés se sabe el camino, decidimos ir en rick, metro y paseito. Solo por no
aguantar a los taxistas ya merece la pena. Bueno, Pilar, que es un poco
señorita, prefería taxi, jajaja. David lleva en brazos a una de las niñas
pequeñitas.
Vamos todos juntos. Además, nos
bajamos en la misma estación de metro (Rabindra Sadan). El viaje se convierte
en una aventura (no, si ya me hubiera extrañado…). Por lo que se ve es hora
punta. Llega el tren absolutamente rebosando de gente, se abre la puerta y no
hay casi sitio físico para meterse, así que empujas y los que vienen detrás de
ti te empujan y si vas con once niños aquello se convierte en una peli de
terror. Silvia y yo, con un niño y una niña, nos metemos por otra puerta. Nos
aprietan. La niña es bastante pequeña, así que tenemos que hacer efecto escudo
(sacar culo, vamos) para proteger. Se agarra a mi mano. Allá abajo, medio
aplastada, en ningún momento se queja ni pone mala cara. Cosas de los
espartanos.
En la estación nos separamos y
nos vamos Pi, Inés y yo con nuestro Bombal. El paseo al Birla no está mal,
sobre todo porque pasamos junto a un parque con pequeño lago en medio que da
gusto, por un momento parece que no estamos en Calcuta.
La cosa va bastante rápida. Nos
llaman, subimos a pediatría. Le hacen unas pruebas al muchacho (que, por
cierto, ya estuvo allí el año pasado). Tengo la impresión de que nos está tomando
el pelo porque a veces lee las letras y a veces no, así en plan aleatorio, independientemente
de si tiene cristalitos o de si las letras son pequeñas o grandes. Al final
otro médico diagnostica debilidad de la musculatura del ojo y le manda unos
ejercicios.
Recogemos gafas. Afuera se pone
a diluviar, así en plan de quedarse a gusto, pero mientras nos preparan las
gafas ya va escampando. Pilar (paseando a Miss Daisy) deja caer que a lo mejor
habría que volver en taxi. Paramos a uno. Nos pide 300. Simplemente me doy la
vuelta, ni me molesto en discutir. Nos volvemos a pie hasta Rabindra Sadan,
finalmente.
Sigo teniendo sueño. Llegamos al
cole relativamente pronto, así que nos da tiempo a descansar un poco. Hoy es el
día que Manosi libra, así que ya la pondré al día mañana. Me siento en el
silloncito del sueño pero la que se queda dormida al lado es Irene (que estaba
en el grupo que ha estado haciendo la exposición sobre los piojos por las
clases). Estamos bien, pero vamos, energía tampoco nos sobra precisamente, no
está la cosa para tirar cohetes. Pilar también se sienta con nosotros. Los
niños pululan alrededor, juegan, se ríen, se hacen fotos… Relax. El cielo, negrísimo.
De vez en cuando, chaparrón de cinco minutos y vuelta a empezar.
Rajan me dice que Rajú está
malo. Pienso que me habla del episodio de la semana pasada, pero en el comedor Óscar
e Isa nos cuentan que el director del cole ha tenido una bronca tan enorme con
el niño por haber perdido tres días de clase en el hospital (lo ha amenazado
con expulsarlo…) que el pobriño ha vuelto a tener un ataque epiléptico. En
Calcuta suceden calcutadas. Las cosas son así. Y justo en ese momento llegaban
Maite y Moni y han cogido las riendas de la cosa.
Antes de las tres llega el
doctor Saha al cole. Examina al niño. Parece que está bien y que los resultados
del TAC también. El director aparece por allí para hacer el paripé. Moni and
Mai tienen ganas de estrangularlo. Como se descarta la opción de volver a
hospitalizarlo, finalmente Moni –que no ha comido- y yo nos vamos a hacer el
ensayo con las pequeñitas. Se nos ha hecho un poco tarde, pero bueno, allá
vamos. Están verdes, pero para llevar apenas nueve ensayos, ya están
consiguiendo bastante.
Y llega el último día de taller
(dado que mañana, viernes, es fiesta). Los niños lo saben y empiezan a mirarte
de esa manera. Les dejamos el material que sobra para que pinten, recorten o lo
que sea. Un par de niñas aprovechan para coger unas tijeras y desaparecer. Y
los demás para pedirte que les regales cosas, así que acabas con un sabor
agridulce.
En todo caso, ya todo huele a
despedida. Kika, desde Perú, me dice que entiende a los niños. El hecho de
irnos de vuelta a nuestra vida y dejarlos allí (¿abandonados?) les duele y ya
se van poniendo la coraza para defenderse. Empiezan a desconectar
emocionalmente, aunque al mismo tiempo te preguntan si vas a volver el año que
viene.
La reunión se prolonga un poco
porque hay cosas que hilar. Miro a mis compas y los veo recuperados, haciendo
piña, como siempre, y con ganas de hacer cosas, ahora que esto se acaba. Así
son los ciclos.
Ensayo con los mayores. Allí está
Rajú, un poco más serio de lo habitual, pero tirando del carro. Estos chicos
son muy duros, aquí Termópilas suena como a balneario. Vacaciones para marujas.
Estoy muy cansado (pero
cansancio natural, sin más). Vuelvo con Mai, Moni & Laura. Seguimos
hablando del tema Rajú. Moni empieza a odiar seriamente a todos los indios
(varones adultos).
Desgraciadamente, tengo que ir a
Sudder a cambiar el dinero que me queda y acabo cenando con las chicas donde
siempre (el día de la marmota, I’ve got you, babe…). Mai, que está muy
recuperada, me cuenta que la bronca con el taxista de hoy ha sido tan grande
que le ha sacado una foto con el móvil por si iba a denunciarlo. Jajajaa. Aquí
se siguen sucediendo las huelgas de taxistas pero creo que somos nosotros los
que tendríamos que hacer huelga de taxis…
En fin, así acaba el día (otro día
que no he tenido tiempo de hacer mis ejercicios…).
Por cierto, se me olvidó decir
que el lunes por fin apareció Antonio y ya está entre nosotros. Qué alegría y qué alboroto (otro perrito
piloto).
Mañana, a las seis arriba. Día
de la Independencia. Y
concierto de los Annubitos indios.
Bueno niño ya dando los ultimos coletazos , que salgan bien las actuaciones de los peques y los mayores , que salga todo bien como cada año . Un beso
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