viernes, 15 de agosto de 2014

Viernes 15. INDEPENDENCE DAY


A las seis, arriba. El día está nublado, fresco, lluvioso. A las seis y media, desayunando en el Blue (que acaba de abrir). Como tenemos prisa, tardan como 20 minutos en servirme el pancake y luego el tren llega con retraso. Moni está como un flan y se sube por las paredes, como siempre. Sin embargo, no llegamos tarde. Tengo mucho sueño.

Los niños están uniformados. Se nota en sus ojos que es un día especial. Happy Independence Day, te va diciendo todo el mundo. Hacemos un mini ensayo diminuto con las niñas pequeñas. Los niños van formando en filas por cursos y sexo. Se alza la bandera. Se canta el himno. Las chicas me vuelven a hacer la de “hablas tú, que hay que presentar el concierto y eso”. Se suponía –es lo que nos habían dicho- que cantaríamos en la gran sala del interior, sin embargo, después del himno nos dicen que ya podemos cantar, allí, en mitad del patio (en mitad del charco). Otra calcutada. Cojo el micro e improviso una presentación. Los niños/as mayores salen y se colocan y tienen más miedo que vergüenza (que también), así que cantan para el cuello de sus camisetas. El poco sonido que sale de sus gargantas se pierde en el patio. Guay. Salen las pequeñas, cantan una canción juntos y los mayores se van. Las chiquitinas se defienden algo mejor. Les cuesta la primera pero se sueltan un poco más en la siguiente. En fin.

El día de la independencia es un día de exaltación nacionalista (y con el señor Modi, nacionalista radical, de primer ministro, con más motivo). Nunca acabo de saber si nacionalismo se escribe con c o con z. (Bueno, en el caso de Israel, sí lo sé). Muchas banderas, mucho discurso arrebatado, como el del director del cole (el imbécil que le gritó a Rajú), que sostiene que la economía del país ya ha sobrepasado a la de estados unidos (hundidos?) y la de China. El fulano les dice a los chicos que el bien del país es lo más importante, mucho más que ellos mismos. Lo que tú digas.

Se recitan poemas, se hacen pequeñas representaciones y un par de danzas. Al final, se van los mayores y se quedan los niños pequeños cantando, jugando y bailando un rato. El momento más divertido del día. Muchos pequeñitos se me van acercando y me agarran la mano y se ríen y me abrazan fuerte. Es como si me estuviesen diciendo, reloj, no marques las horas. Pero el reloj marca las horas. Nos replegamos. Afuera se está pensando si llueve o no. Un rato sí, un rato no.

Aprovechamos para clasificar y colocar en cajas todo el material escolar que nos sobra: pinturas, bolis, rotuladores, papel y demás. Allí queda. Supongo que le darán buen uso. Moni, Mai & me hablamos un rato con Manosi. Está preocupada por el tema del director, le parece una especie de militar sin tacto alguno con los niños. Quiere que mediemos con el bro pero Mai considera que está lejos de ser un asunto en el que podamos/debamos intervenir.

La mañana pasa perezosa. Estoy muy cansado y sigo teniendo mucho sueño, así que, como lo que resta de hacer durante el día es poner una peli después de comer, decido volverme a Calcuta. Desconexión emocional, segunda parte. Me vuelvo con Pilar, me como un plato de pasta con queso en el Au Bon Pain, pongo un poco de orden en la habitación y duermo como cuatro horas (una siestecita de nada, vamos). Afuera ha caído un buen chaparrón. Así a lo tonto es el primer día, desde ese 26 de julio que llegamos, que no sudo.

A las ocho de la tarde me viene a buscar Pilar. Necesita la maleta porque se está organizando todo el material para mercadillos que se ha comprado. Un montón de maletas llenas de pañuelos, pantalones, camisas, elefantes, bolsos, colchas, pulseras y cosas así. Material para ir sacando algo de dinero a lo largo del año.

Nos pedimos unas pizzas en pizza hut (comida para turistas y un borrón en mi currículum, que este año ha sido bastante patético). Como sigue diluviando, no podemos comer en la terrraza, así que quedamos en el salón del tercero. Pasamos un rato divertido, sobre todo cuando David nos ha contado los poltergueist que le suceden en casa (el fantasma Fede) y Oscar nos ha contado su terrorífico terremoto nocturno en Roma (se pensaba que eran unos espíritus que venían a buscarle). Rostros cansados y sonrientes. Un rato de relax, casi una despedida ya.

A eso de las diez y media, el fulanito simpático se ha puesto a apagar luces de manera no especialmente sutil. Hora de irse a la habitación.

He decidido no hacer más coladas, así que me ducho (y el agua fría me cae rara un día en el que no he pasado calor) y me pongo a escribir.

Mañana todo acaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario