Fin de semana. No hace falta
madrugar. Qué delicia.
He pasado mala noche. Tengo el
estómago revuelto y el cuerpo raro. Remoloneo en la cama un buen rato. Leo.
Llega Maite y me apunto a desayunar. Hoy me limpian la habitación. Me entra el
café y el crépe de nutella, pero el cuerpo sigue raro.
Es un buen día para hacer
recuento de bajas. Estamos a rastras. Pilar ya no se tiene ni de pie, así que
se pasa el día en la cama. Silvia con la garganta tocada y fiebre durante la
noche. A la cama. Marta intenta remontar pero Conchi ha caído con superdiarrea.
A la cama. Óscar, Carmen y David se mantienen como pueden. Inés poco a poco se
va quedando en nada. Moni flirtea con la fiebre, como yo, pero sigue en pie.
Isa con diarrea. Irene va remontando. Resumiendo: aún están bien Maite, Laura,
Pilar C y Javier. 4 de 16, un cuarto del grupo está entero, tres cuartos,
tocados (pero no hundidos, afortunadamente todavía no hemos tenido que ingresar
a nadie en el hospi). Eso es lo que hay. Parece que el fin de semana llega en
el momento adecuado, justo antes de irnos a la lona. Dormir. Recuperar fuerzas.
Prepararse para el asalto final de la semana que viene.
Yo vivo las cosas así. Como si
fueran un cómic. Porque los cómics son la base de mi educación. Siempre he
querido ser un héroe. Todo empezó con el jabato y el capitán trueno. El honor.
Luego llegó el bombazo definitivo: Mazinguer Z. El camino del samurai. Levantarse
y levantarse y volver a levantarse, da igual cuántas veces te tumben, lo
importante es no rendirse. Y luego llegó Star Wars y Taxi Driver y Conan (el
culto a la brutalidad), los siete samuráis de Kurosawa y el superhéroe con
mayúsculas, Batman, el caballero oscurísimo, el poder del odio. Y Sin City
junto con los jodidos espartanos de Frank Miller… Es así como vivo todo esto
aquí en la India ,
es normal. Nos reímos de nuestro dolor, de nuestra enfermedad, no nos tenemos
en pie y nos levantamos y morimos cada noche y resucitamos cada mañana. Somos
superhéroes.
Vuelvo al hotel. Recargo mi
tarjeta de Internet. Aún están limpiando la habitación, así que me voy a la tercera planta. Me conecto con el
wifi. Leo un rato mi jilguero (que, definitivamente, va de más a menos). Inés
se queda frita sobre un sofá. Seguramente tiene fiebre.
A la una la gente ha quedado
para comer pero yo me quedo en la cama un rato. Medio dormido y medio
despierto. Me cuesta un horror levantarme. Me voy al cole. Hoy tocaba gincana,
pero se pone a diluviar así que improvisamos sobre la marcha y lo sustituimos
por una sesión de cine (Gru). No conseguimos conectar el ampli, el proyector y
toda la pesca, así que acabamos poniéndolo en el comedor. Estoy más cansado que
un perro y no soy el único. La gracia del día es que después de estar media
hora con el mando de la tele para arriba y para abajo, resulta que no tiene
pilas. Ole yo. Irenita divino tesoro se queda dormida rodeada de niños que
siguen la peli con los ojos como platos.
Acaba la peli. Nos replegamos.
Los mayores están jugando al basket a toda caña (con el suelo mojado en plan
pista de patinaje). Han mejorado mucho estos años. Y físicamente son un
verdadero portento. Algunos juegan con zapas y otros descalzos. ¿Espartanos,
eh?, me dice Irene. Claro. Suelo observar mucho a los indios. No al indio
redondo y blandengue, con la barriga cayendo en cascada desde la (apretada)
cintura del pantalón. No. Al indio enjuto. A primera vista parecen enclenques.
Pesan 20 kg menos que yo. O menos. Pero te fijas bien y no tienen un gramo de
grasa. Son solo fibra (roja) y tendones. Duros como una piedra. Flexibles y
correosos como el puto cuero. No te la juegues con un indio porque están
acostumbrados al sufrimiento y la privación. Tiene que ser como pegar a los
cables de un ascensor. Y nuestros niños son así. Una colección de músculos y
cicatrices. Duros y rápidos como un látigo. Otro puñado de superhéroes.
Volvemos a Calcuta. Yo me voy
directamente a la habitación. Son como las siete y pico. Caigo como una piedra,
sin desvestirme, tal cual entro por la puerta. Una hora después, me despierto, me
como un plátano y un paracetamol. Tengo tiritona. 38.3 º. Me meto en la sábana
saco y –en brazos de la fiebre, que dirían los Héroes del Silencio- surfeo en
el maravilloso mundo de los sueños.
Hola . Miki ya veo que la cosa anda chunga , que miedo me da , que ganas de que vengas , cuidaros mucho
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