viernes, 8 de agosto de 2014

Viernes 8. BATALLA 2


Se acaba la semana. Vamos a ello en plan kamikaze, con todo (lo poco) que nos queda en el depósito. De nuevo operación rasca y gana (rasca la pared y gana un dolor de espalda, por ejemplo). Hoy me acompañan David –que tiene la diarrea casi bajo control-, Pilar C. (señor, sí, señor) y Javi (juventud, divino tesoro). Por cierto, Irene ya está bien y hoy ya va al cole. Con la sonrisa intacta, por cierto, lo cual es una bendición.

Hemos quedado una hora más tarde. Tampoco tiene mucho sentido madrugar para estar un par de horas rascando paredes. Así que allí estamos los cuatro, desayunando. Listos para la paliza.

Hoy es uno de esos días nubladitos. Miras al cielo y dices hoy el monzón se va a quedar a gusto. Y efectivamente, nos pilla el chaparrón en pleno viaje en rickshaw. El tío nos pone los plásticos laterales y convertimos el chisme en una sauna. Y me digo yo que somos unos privilegiados, ¿conocen ustedes mucha gente que se vaya al spa antes de ir a trabajar? En fin, a los cinco minutos estamos como tomates en un invernadero, no ya chorreando, sino fermentando, así que corremos los plásticos y si hay que mojarse, pues nos mojamos.

Tengo que reconocer que después del palizón de ayer, el de hoy no me ha parecido tan duro. Como si el cuerpo te dijera esto ya me lo conozco, ¿no tienes algo más jodido? Sudo como uno de esos grifos que, te pongas como te pongas, no paran de gotear. Mientras rasca-rasca, plic-plic y así durante dos horas. Mis compas van a saco, igualmente. Jodidos espartanos... Hoy hemos acabado una habitación bastante pequeña y hemos hecho un trozo de otra. Continuará.
 


 
Nos duchamos. Duele la mano. Duele el hombro. Duele la espalda. Nada nuevo, vamos. La cantidad de mierda que sale es algo digno de ver. Sigue diluviando ahí afuera. El campo de deporte está inundado.

Tenemos un rato para decir hola en la enfermería y sentarnos un rato a jugar con las chiquitinas que andan pululando por ahí. Una delicia.


Por cierto, ayer se me olvidó decir que hubo huelga de taxis y aún así Silvia se consiguió llevar a los niños al oculista y volver. Un verdadero milagro. Y, más difícil aún, Moni consiguió ir al Apollo Hospital a dejar un cheque y volver (a base de empalmar autobuses…). Hay que ver qué desenvuelta es la gente.

Hay gente con la garganta regulera, flirteando con la fiebre. Una de las trampas de Calcuta, como ya he dicho alguna vez, son los aires acondicionados. Entras empapado al metro, te toca vagón con aire acondicionado y castañazo. Entras empapado al hospital (cualquiera de ellos) y zas, bofetón de aire acondicionado. Así funciona esto.

Parece que vuelve a estar todo el grupo junto. Hay mucha gente cogida con alfileres (Isa, Óscar, Pilar, Silvia, Inés, Carmen, Marta…), pero ahí están, al pie del cañón. El camino del samurai y todo eso. Pilarica me encanta; le preguntas qué tal va y te dice muy bien, he tenido que pegarme dos carreras al baño que casi no llego, pero bueno, muy bien. Este país nos endurece tanto que a veces me entra la risa. En todo caso, el cansancio se ve claramente en la cara –sonriente, sin embargo- de todo el mundo.

Comemos, cantamos con las chiquitinas, hacemos los talleres (hoy nos toca hacer máscaras con platitos de cartón). El tiempo se pasa volando. Ya llevamos dos días que nos dan las cinco y media y no hemos empezado a recoger, jaja.

A la hora de la reunión, uno de los niños mayores (Rajú) se desmaya y tiene un ataque epiléptico. Conch y Mich lo atienden y salen disparados al Apollo (en un rickshaw!!!). Una manera curiosa de despedirse de Calcuta (se van mañana por la mañana prontito).

Mañana, tregua. No hay actividad por la mañana; se pensaba poner vacunas pero al final se ha cancelado. Podremos dormir y mirar al techo cuando nos despertemos. Y los medio enfermos podrán recuperar fuerzas. A las tres de la tarde, nos pondremos a preparar una gincana que comenzará a las cuatro. Ya veremos si está diluviando o no, que esa es otra…

Y un nuevo ensayo con el coro. Moni tiene la voz un poco rota, pero aguanta el tirón, como siempre. Hay que ir preparando repertorio y concretando cositas porque el viernes (que es fiesta) actuaremos en el cole. ¿Un poco de estrés? Quizás.

Y volvemos. Sigue diluviando. Maite está agotada, necesita descansar y dormir y descansar más. Yo estoy de viernes, es decir, no cuenten conmigo. Me voy a mi habitación. Mañana, a improvisar.

1 comentario:

  1. Que guapos los niños , ya veo que estais agotados , que palo al cuerpo a ver si pasa pronto el tiempo

    ResponderEliminar