domingo, 19 de agosto de 2012

RECTA FINAL

16 de agosto.

Toca dermatólogo. Madrugamos y desayunamos en el Blue. A Alba y Pilar les duele el estómago y apenas comen nada. Mal rollo.
Llegamos al cole a eso de las nueve. Primero nos dicen que no podemos salir hasta las doce. Luego que a las doce y media. Hablamos con la manager y le decimos que no puede ser, que hable con el Brother. Más tarde nos dice que vale, que los de derma nos podemos ir pero que los niños del dentista tienen examen. Al rato nos dice que han llamado del hospital, que el dermatólogo se ha tenido que ir por una urgencia y que hoy quedan canceladas las consultas.
Todos los diálogos con los responsables son diálogos de besugos totales. ¿Qué hacemos con el dentista? Que si hoy a las doce y media, que no que el dentista cierra a mediodia, que si mejor por la tarde, entonces qué coño hacemos con los talleres, que si mejor mañana todos a las doce de la mañana, pero ¿no habíamos quedado que cierran a mediodía?, que no, tonto, que se dan mucha prisa… Agg. A medida que avanza la cosa me voy desconectando más y más hasta que acabo poniendo el protector de pantalla.

Hoy hace un calor de esos que te desguazan en diez minutos –si aguantas hasta ahí-, no nos queda otra que sudar y sudar mares salados. Una sensación muy familiar, por otra parte.

La mañana va avanzando y no sucede nada. Vida contemplativa. Estamos muy lejos para ir a ningún sitio y luego volver. La mañana es, pues, un puto desastre. Nos pasamos un rato tirados aquí, un rato tirados allá, como los perretes, juego un poco al badminton con Moidul, sudo y sudo y lo dejo justo antes de empezar a ver lucecitas blancas, me da la bajona de la muerte, bebo agua, descanso, resucito y me voy a jugar al baloncesto y sudo y sudo y lo dejo justo antes de empezar a ver lucecitas blancas, tengo la impresión de que me voy a morir y bebo agua, no me muero y bebo un poco más y me paso un rato tirado aquí y otro rato tirado allá, como los perretes. En fin, muy cíclico todo.

Dedicamos un rato a ordenar la sala de material y otro rato a echar un ojo a las fichas médicas de los niños, en la enfermería. Revisamos las del oculista sobre todo.

Entre el calor, el desconcierto y el aburrimiento pasamos una mañana mortal de necesidad. Menos mal que las chicas se van recuperando
Comemos pronto y nos echamos una siesta reparadora. Tirados en el santo suelo, como siempre. El taller comienza a arrancar en serio, los murales empiezan a tomar forma y a llenarse de colores. La verdad es que muchos de estos chicos están llenos de talento y sensibilidad y resulta realmente placentero ver como los despliegan como si fuera la cola de un pavo.
Un balón de baloncesto perdido hace su aparición y se lleva el bote de pintura verde, cuyo contenido queda desparramado por el suelo. Chus y yo nos cagamos en todo. Metafóricamente hablando, ¿eh?, que lo de cagarse en la India es un negocio muy delicado. Pasamos casi más tiempo limpiando que pintando. Aún así, en medio del caos, todo avanza. Otro milagro. Sigo sudando y sudando. No sé dónde está mi límite.

Ensayamos con el coro. Hoy no dejamos merendar a los niños y empezamos pronto, a poco más de las cinco, por fin. Se nota que es el “ensayo del día de antes”. Los chicos están más serios y concentrados y el ensayo no sale nada mal.

De vuelta en Sudder, me voy a imprimir y fotocopiar los programas de concierto. Tardo como tres cuartos de hora. Velocidad india, vamos.
En el Raj’s hay una tipa hablando a voces por teléfono. Además de ser gilipollas se lo hace. No sé si reírme o llorar, qué vergüenza, por dios. Españoles por el mundo (haciendo el moñas, claro). A veces ser español es una desgracia.

Como es el cumpleaños de Gloria, comemos unas patatas fritas y nos bebemos algo en el Hilson. Estoy mucho más muerto que vivo (dónde va a parar) y mañana nos recogen en el hotel a las seis de la mañana
Retirada.

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