martes, 7 de agosto de 2012

TODO DIFERENTE. TODO IGUAL

6 de agosto.

Aquí comienza en Indiario 2012, con retraso, como las funciones mentales de nuestros gobernantes. Todos mis compañeros/as llevan ya unos días en el país (algunas caraduras más de un mes). Ya me queda poco. Casi nada.

Este año, de alguna manera, todo es diferente para mí: he conseguido mi esperada y peleada plaza en el exterior. Polvo, sudor, hierro y todo eso. Me voy a vivir a Casablanca y eso le da a todo una perspectiva totalmente nueva. Para empezar, esa especie de monstruosa depresión post-orgásmica del viaje de vuelta será distinta. Será un salto de trampolín con doble tirabuzón, apenas tendré dos o tres días para dormir, preparar otro equipaje, atar los últimos cabos, decir adiós y salir disparado hacia una nueva vida. Una nueva vida que al final será la misma porque todos los caminos que tomamos siempre nos llevan al mismo sitio: al centro, al núcleo, de nosotros mismos. Es cierto que la cuestión no es lo lejos que nos vayamos o lo rápido que corramos, sino si estamos a la altura de nuestra verdad -que diría Baricco-. En todo caso, me apetece mucho estar lejos.

Sé que pisaré Calcuta y -como cuentan Chus y Maite- me dará la impresión de que no ha pasado un año, que las calles llenas de ruido, mierda y miseria siempre han estado cerca. Que esa humedad despiadada lleva todos estos meses guardada en una cajita de mi trastero.

Sé que, igual que sucedió el año pasado, pisaré esas calles y pensaré que ya estoy en casa. Directamente, sin periodo de adaptación.

Sé que veré a mis niños -nuestros niños- y las entrañas se me darán la vuelta.

Y aunque la experiencia sea diferente cada año, en el fondo siempre será la misma.

Pero me estoy adelantando -deben ser las ganas-; todo eso sucederá en dos días. Ahora estoy en Madrid, la vida da vueltas a toda velocidad y simplemente tengo nostalgia de la India.

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