viernes, 10 de agosto de 2012

VIERNES

10 de agosto.

Ya estamos a viernes. El tiempo se me escapa entre los dedos, como siempre. Qué barbaridad. Me sienta bien no madrugar, así puedo escribir un rato antes de salir. Hay que intentar sacar adelante este diario.

Desayunamos –Chus, Pilar, Maite, David, Moni, Karme y yo- en Raj así en plan homenaje: cafés, zumos, croissants, tostadas, sándwiches y compañía. Hm. Moni, Karmela y yo posamos con el cartel de Pablo para el día del festival. Gracias, compañero. (Estas chicas volverán sanas y salvas, yo me encargo, no preocuparse). 



Me vuelvo a la habitación a seguir escribiendo. Bueno, resulta que me las he arreglado para cargarme todo lo que había escrito durante la mañana –hay días en que soy la habilidad personificada-, así que no sigo escribiendo sino que vuelvo a empezar. Ay.
Hoy ha salido el sol y hace un calor de muerte. No como el calor chirimiri, no, el calor de hoy viene de frente, estás dos minutos al sol y te dices que de esta no sales.
Me voy al hospital por si tengo que echar una mano a Sole con el tema del permiso. Llego justo cuando está entrando en las oficinas de abajo. Tramitamos los papeles (a velocidad india) y nos volvemos a Sudder. Ella al hotel y yo a colgar un par de entradas y a leer los periódicos. Una mañana relajada.

Me voy al cole con mis zapas de baloncesto. Tan feliz. Me como un pequeño bocadillo por el camino. Cojo el metro (en hora punta) y luego el rick. En cuanto me bajo empieza a diluviar. En unos segundos mis zapas están empapadas. Aggg. Me las quito, me calzo las chanclas de la ducha, saco el miniparaguas y le pongo la funda impermeable a la mochila. A estas horas (como las dos y media o así) todos los puestos están cerrados, así que no puedo comprar agua. Estupendo. La lluvia golpea con fuerza, es intensísima. Suben bocanadas de calor desde el suelo.

Creo que hoy solo falta Gonzalo (que ayer se volvió al hotel a mediodía, hecho unos zorros). El resto del grupo parece que se ha ido recuperando bien de sus síndromes de voluntario.

Nos subimos al aula. Elegimos un diseño para el mural. El chico que lo ha dibujado hoy está en el médico. Trabajamos con bocetos para buscar la versión definitiva. Las niñas están muy revueltas y distraídas, no paran de entrar y salir, no se concentran en nada. Chus saca sus cordones y entonces las niñas se sientan y se ponen a hacer pulseras. Poder hipnótico. Como la seda. Se acaba la semana y no hemos empezado a pintar afuera. Uf. Improvisación al poder. Al final, juego un rato al baloncesto, descalzo y con un balón resbaladizo. Da igual. Me hago mis risas.
Montamos nuestra sesión de coro y la cosa funciona bastante bien. Estos chicos son esponjas. Mientras tanto, hay un grupo que lleva toda la tarde organizando la vacunación de todos los niños del cole. Cuando acabamos con el coro, a las seis y media, me uno para relevar a mis compas. Las niñas mayores montan numeritos de todos los colores cuando ven la aguja, jaja. Son peores que yo. Como el trabajo en la enfermería se prolonga mucho, Maite decide que no habrá reunión. Nos quedamos en el cole Chus, Maite, Moni, Karmela, Jesús y yo. Terminamos como a las ocho. Todo en orden.
A Karmela se le ha acabado la voz. Seguramente el aire acondicionado de los hospitales o algo así. Nos hacemos nuestro recorrido de vuelta. Resulta que a Sole no le han firmado el alta cuando volvió al Mercy por la tarde. Maite y Moni se van para allá y Chus, Karmela y yo nos vamos a recoger unas compras al amigo Pinku, que tiene un puesto de ropa en New Market –al lado de Sudder-. Nos estamos un buen rato hablando con él y nos vamos a buscar un lugar donde cenar.

Nos internamos en el barrio musulmán pero nos cuesta encontrar nada. Al final nos sentamos en un cuchitril y tras una larga sesión de incomunicación surrealista nos comemos unas pakoras de carne y pan con verduras –que picaban que jodían-.
Acabamos encontrándonos con el resto de la gente. El final de la velada fue aún más surrealista con un extraño intento de cena para 15 voluntarios fuera de Sudder Street. Venga ya.
Acabamos tarde –a eso de la una- y de mal humor.
Tupido velo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario