viernes, 26 de agosto de 2011

DESCANSO


DÍA 21 DE AGOSTO

Los días de descanso tienen esa cosa maravillosa de no necesitar un horario. Descansar es genial. La mano parece que sigue mejorando, aunque no deja de supurar. A media mañana nos vamos al Raj’s. Desayuno relajado, charla con Javier sobre la colonia salmantina y nos ponemos a la Sikkim question. Preguntamos horarios y presupuestos. 700 rupias. Salimos el martes –que es el último día en Kobardanga- a las once de la noche y volvemos el domingo 28, víspera de nuestra vuelta a la patria, a eso de las seis de la mañana.
Moni se va con la cúpula y el brother a comer.
Cambiamos dinero, no sé si por última vez.
Ya consigo colgar entradas en el blog. Más vale tarde que nunca. Me doy cuenta de que llevo tres días de retraso. Aggg.

La mañana va transcurriendo perezosa. La cosa es que cuando nos ponemos a comprar los billetes de tren, resulta que el tren de ida está completo. Vaya toalla. Cuando estamos a punto de activar un plan b, encontramos la solución, que básicamente se resume en pagar más pasta para conseguir unos asientos que están como guardados para una necesidad. Pagamos, pues, ochocientas rupias cada uno –algo más de doce euros- por el viaje de ida y vuelta.

Por cierto, no he explicado que Pilar no viene con nosotros, se va a la playa con el resto del grupo y veinte niños porque entre los catorce millones de miedos que tiene, uno de ellos es a las carreteras de montaña. Un viaje al Himalaya con todoterrenos es una prueba demasiado dura para ella. Nos vamos, pues, cinco personas con una previsión de lluvias y mal tiempo. Ole.

Tenemos al lado del café a una perreta recién paría, con 8 cachorrinos a cual más guapo. No puedo con ello. Es uno de mis puntos débiles. Agggg.



Nos damos un par de vueltas por unas tiendas, Malena compra una camiseta de cricket y volvemos al hotel. Mientras Malena y Chus se echan un sueño, yo intento contar –a duras penas- lo que ha sucedido en estos tres últimos días. Uf. Qué complicado, seguro que me olvido un montón de cosas.

Por ejemplo, contar que en un famoso hotel de Sudder Street, cuyo nombre no voy a decir (pero empieza por Fair y acaba por Lawn), una señora española fue atacada por una rata en el cuarto de baño. Heavy metal, ¿no? Se llevó un mordisco en el tobillo y supongo que un susto mayúsculo. Lógicamente, desde ese día la consigna es mirar bien antes de entrar a un baño. Jua.

En nuestro humilde baño, Chus y yo tenemos un animal de compañía: una especie de lagartija gorda y sin cola. Es amiga nuestra –quiero pensar que de vez en cuando se carga a algún mosquito-, pero a veces nos pega unos sustos que no veas, jaja. Lo digo porque últimamente los mosquitos nos están acribillando, es una cosa enfermiza porque nos pican a través de la ropa y nos dejan unas ronchas rojas como monedas de dos euros. Los muy hijos de puta son los jodidos kamikazes japoneses que se cargaban a las fragatas americanas en la segunda guerra mundial. Es para verlo, de verdad, están enloquecidos.

Bueno, pues eso, que aunque me paso media tarde escribiendo e intentando ponerme al día, tengo la impresión de haber hecho una narración superficial y haberme dejado la mitad en el tintero.

Vuelvo al Raj’s a colgar las tres entradas pendientes, más un video de Muni Muni Muni, en la entrada del mismo nombre. Tardo como tres cuartos de hora en cargarlo, pero está conseguido. Si me queréi, verlo. Solo por cositas como esa ya merece la pena este viaje.

Los seis del Sunflower nos metemos en el barrio (musulmán). Hoy vamos a la aventura total. En una especie de puestecito callejero al que ya le habíamos echado el ojo días atras compramos unos rollitos de huevo con cebolla y salsa de tomate y como unas croquetas con una pasta vegetal roja. Nos los prepara delante de nosotros y nos los comemos allí, en medio de la calle mientras hablamos con el tipo, que es un crack. 85 rupias. De ahí, nos vamos a otro puestecito a comprar yogur y una especie de arroz con leche. 55 rupias. Lo pasamos pipa. Por último, vamos a un puesto donde preparan zumos naturales. Un tipo nos mete por detrás del chiringuito en una especie de asiento que han montado con unas tablas. Aquello está lleno de adolescentes que vienen a saludarnos y a hacerse fotos con nosotros. El efecto sauna se dispara y nos ponemos a sudar como grifos. Yo me parto. Chus, Malena y yo nos tomamos un multifrutas (las otras tres ya se tomaron uno durante la tarde). 60 rupias.

En resumidas cuentas, cenamos estupendamente y pasamos un rato bien entretenido por unos cincuenta céntimos cada uno. El barrio es la caña.

De vuelta al hotel, cuboducha, dar cera, pulir cera a la mano dolorida y mientras mi chinatronca duerme, escribo la crónica del día. Mañana toca madrugar. Los piojos nos esperan.

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