martes, 16 de agosto de 2011

INDEPENDENCE DAY (ponga un gato en su vida)

DÍA 15 DE AGOSTO

Día de descanso. Descanso del bueno. Hoy es el día de la independencia (de tu casa). Me despierto pronto y me levanto tarde. Chus se despierta más tarde pero se levanta antes. Así andamos.

Inciso. Chus ya recuperó su maleta la semana pasada, allá por el miércoles o así y a mí se me olvidó contarlo –tantas cosas me dejaré en el tintero…-. Mea culpa.

Chus, Malena y Pilar se lanzan a la calle. Quieren aprovechar el único día libre que tenemos para visitar Calcuta. Además, no llueve. Yo prefiero la desconexión. Pongo música y escribo y miro al techo y disfruto del aire acondicionado y descanso. Qué maravilloso es descansar cuando estás cansado. El tiempo pasa y no tengo prisa, hoy me da todo un poco igual.

Bajo a desayunar a eso de las once y mis amigas del primer piso –Marian & Moni, Pin y Pon- andan con el mismo ritmo. Con la misma pereza, en definitiva. Desayunamos en Raj’s y aprovecho que no tenemos prisa para ir al Internet y colgar algunas fotos.

Inciso. Sé que muchos de ustedes echan de menos esas fotos que a veces son capaces de contar tantas cosas. Bueno, pues problema 1: Tengo la impresión de haber hecho el año pasado todas las que tenía que hacer; casi no saco la cámara de la mochila. Problema 2: No he traído el cable para enchufar la cámara al ordenador y la tarjeta de memoria no es compatible. Problema 3: No tenemos tiempo de poner en común, ordenar y seleccionar fotos. Problema 4: Las fotos en estos ordenadores tardan un montón de tiempo en cargar. Ese tiempo del que carecemos.
Con un poco de suerte, a la vuelta podré hacer una buena recopilación y colgarla en el blog. Tengan paciencia, pues.

Una vez gastada toda la mañana, nos damos una vuelta por la zona del New Market porque hay verbena india. Estas cosas que escuchan que son como una mezcla entre Camela y Melody o algo así. Como no sé si reír o llorar, me da por reír. El calor hoy es de los que te deja noqueado. Por cierto, es fiesta nacional, pero la mayoría de las tiendas están abiertas. No acabo de comprenderlo. Pensamos en dar un paseo hasta un parque, en plan tranqui. Pasamos por la habitación para coger la loli (la lonely planet, vamos), pero nos puede la pereza y nos quedamos allí desparramados durante horas bajo el ventilador. Sencillamente delicioso. Hablamos de esto y de lo aquello, claro, de niños, de adultos, de la India y de España y también aprovecho para hacer apología de los félidos.

Inciso. No se fíen ustedes de prejuicios, apariencias o de las malas lenguas, yo les recomiendo encarecidamente que pongan un gato en su vida. Un animal limpio, cariñoso –mucho más de lo que parece-, discreto, elegante y silencioso (qué horror, me ha salido una rima). Tan solo hay que aprender a conocerlos y saber respetar sus ritmos. No se arrepentirán.

Para cuando salimos de la habitación –ante la atenta mirada de los empleados del hotel-, ya no hace tanto calor. Nos vamos a comer, caminamos Chowringhee arriba hasta llegar al restaurante que probé el año pasado con mi amigo Borja: el auténtico Haldiram, jaja. Ya lo conté el año pasado pero no me da pereza volver a narrarlo, aunque sea como la una y media de la madrugada. Se trata de una especie de gran restaurante de comida rápida, lleno de luz y colorines. Está abarrotado de gente, indios todos ellos. No guiris = Guay. Primero hay que ir a una caja a pagar lo que vas a comer. Como no tenemos ni idea de lo que significan las cosas, nos ponemos a pedir un poco a boleo al tío de la caja, que se parte de la risa. Bueno, también es que es para vernos, Mónica está en la caja y yo estoy frente al cartel, que está a un par de metros y le voy chivando en voz alta el nombre de las cosas desde allí y ella se lo repite al tipo. Luego te da un ticket dividido en trocitos. Cada trocito corresponde a un mostrador (hay mostradores de la A a la G), vas a cada uno de ellos, entregas el papelito, te preparan la cosa delante de ti, te preguntan que si quieres que te echen no sé qué, tú dices vale (de perdidos al río, como siempre) y te pasas un rato divertido mirando las caras de la gente que se te queda mirando. Jua. Lo de conseguir una mesa tiene su rollo, están todas ocupadas y hay que andar haciendo guardia por los dos pisos del local hasta que algo queda libre. Se me olvidó hacer el “truco del guiri”, de la factoría Borja, que es poner cara de tonto y preguntarle a un encargado dónde te puedes sentar para que te busque él un sitio. Jaja. Nos lo pasamos pipa picoteando aquí y allá y disfrutando de la mezcla de sabores. Una merienda (¿?) genial.

Volvemos hacia nuestro hábitat callejeando un poco. Entramos en la tienda de música de la esquina. Tienen un montón de cosas interesantes. Por ejemplo, un triple cd de George Harrison y un músico indio, edición limitada con libro y dvd incorporados. Lo malo es que es caro de cojones, cerca de 100 euros. No hay trato, pero volveremos.

Yo descanso un rato en la habitación. Nos vemos en el Hilson a las nueve. Sudder está abarrotada de gente, siguen las verbenas. Reunión. Mañana oculista con Moni –ole- e Isa. A madrugar tocan.

Nos vamos Moni, Marian, Natalia, Silvia, Pilar y yo a tomar un lassi al Blue. Marian se ha enfadado con Rajs y ya no le ajunta. Hoy había “fiesta india” (500 rupias de nada) y como no nos hemos apuntado, no la ha dejado entrar, jaja. Business is Business. Pilar está empanada, se equivoca y se bebe mi lassi. Jua.

Acabamos la jornada con los seis del Sunflower sentados un rato de cháchara, con reparto de pulseras incluido, en la terraza de la azotea –por fin-.

Bueno, mi jornada no acaba allí porque si así fuera no estarían leyendo esta crónica. Mañana hay que estar en pie a eso de las seis y media. Con un poco de suerte, me quedan como cinco horas de sueño.

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