domingo, 21 de agosto de 2011

PRELIMINARES

DÍA 19 DE AGOSTO

Me despierto con la mano bastante menos hinchada. Ya llueve menos. La fábrica de pus sigue funcionando a todo trapo, eso sí. Malena limpia y limpia y vuelve a limpiar. No hay dolor, no hay dolor, no hay dolor. La república independiente del Sunflower me da un día más de prórroga. Si mañana está mal, nos vamos definitivamente al Mercy (Hospital).

Hoy descansa Marian y así puede a Sikkim House a recoger los permisos.

Desayuno en blue. Metro, rick, paseo. Toca pasar por las clases para hacer un pequeño taller de higiene dental. Usamos unos carteles que han elaborado nuestros compas durante la semana. No me gusta la idea de “impartir”, en lugar de eso, lo que hacemos Malena y yo es preguntarles a los muchachos cómo y cuándo se lavan los dientes, por qué creen que es importante y cosas por el estilo. Más interesante. La idea que tienen es más de cara a los demás (tener los dientes blancos y evitar el mal aliento) que pensando en la salud. No creo que en diez minutos de charleta podamos modificar gran cosa, pero la intención es lo que cuenta. O no.

La verdad es que estos días en los que no he ido al médico –oculista o dentista-, no han tenido el mismo sabor. Los talleres de piojos o de dientes han sido una experiencia mucho menos intensa que aquello de meternos en las furgonetas a penar como condenados. Lo echo de menos.

La estructura de la carpa ya está prácticamente terminada. Los hombres trepadores comienzan a colocar la cubierta.

Llega la hora del comedor. Chus está hecha unos zorros y se queda sin comer. A cualquiera que le cuente que lo único que le ha hecho daño en la India han sido unos cacahuetes… (menos mal que no se va a enterar nadie).

Se nota que es el último día de taller de actividades. Hay niños que están un poco distantes. Hay voluntarios que empiezan (empezamos) a pensar que esto se acaba y se ve en las caras. Si he de ser sincero, tengo que decir que da mucho por el culo saber que hay que volver a casa. Y no soy el único que lo piensa, ni mucho menos. Qué mierda.

Ok, no nos pongamos dramáticos. La actividad del último día se centra mucho en afinar todos los detalles del baile (“good old days”). Llevaremos camisetas amarillas de las que hemos traído, junto con las corbatas azules que usan en el uniforme. Les decimos a los chicos que además mañana tendrán una sorpresa –los sombreros que compró Chus-. Todo listo. Uno de nuestros muchachos se fija en mi mano, dice que eso no puede estar así, me agarra del brazo y me arrastra hasta la enfermería. Como tengo la impresión de que si digo que no me va a dar de hostias, le sigo la corriente. Llego a la enfermería. La fiesta del pus. Dar cera. Pulir cera. Una venda. No hay dolor –eso quisiera-. Volvemos al baile y eso.

La última sesión de coro también se centra en afinar detalles. Las estructuras definitivas de las canciones: ahora juntos, ahora solo niñas, ahora son baile, ahora sin… El nivel de concentración de los muchacho no está nada mal –para encontrarnos donde nos encontramos-. Tengo la sensación de que nuestro coro es más nuestro que nunca.

Volvemos con Marian -¿o se llamaba Miriam?- y Jesús -¿o se llamaba José?-. Mastico el camino despacio porque esto se acaba. La mano aúlla. Procuro llevarla en alto. Llego al hotel muerto de cansancio. Al rato llega Chus muerta de cansancio. Nos quedamos dormidos como chinotroncos. Nos despertamos tarde y tenemos que salir por piernas para no llegar tarde a la reunión en el Hilson. Ya tenemos camisetas para el partido de baloncesto del lunes. Ensayamos la canción de los payasos. Todo listo para mañana. Traca final.

Moni, Marian y yo nos vamos p’al barrio a buscar un sitio donde cenar. El barrio musulmán es una pasada, está lleno de vida, color, olores y suciedad. Muy divertido. Entramos en otro garito al azar. Una maravilla. Navratan korma, lentejas, arroz y uno de los panes más ricos que he probado en este país (kabuli naan). 90 rupias por cabeza. Misión cumplida.

De vuelta en la home, las niñas me dan unos antibióticos que al final no me tomo y la pobre Chus anda medio desmayada en la habitación de Malena y Pilar. Malena me limpia la herida. Aunque está algo mejor, todavía tiene mala pinta. Otro ultimátum. ¿Mañana al hospital? Ag.

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